dilluns, 14 de març del 2011




Rozó con la yema de los dedos una aterciopelada flor de almendro mientras pasaba a su lado, desviando ligeramente la mirada para ver como los pétalos, sueltos al contacto con su piel, se dejaban llevar por el viento. Su mirada se volvió a ensimismar en el lejano horizonte. Llevaba tiempo caminando, pero los duros adoquines del camino no habían hecho mella en sus pies, que descalzos, apenas rozaban el suelo.
Hubo un tiempo en que su corazón estaba hecho de ilusiones y de sueños, no obstante ya no era así. Su corazón ahora estaba hecho de trozos de cristal, de vidrieras rotas y de fragmentos de colores que había encontrado por el camino. Los recogía del suelo y los metía en su pecho, y allí intentaba conseguir aquello que hace mucho que había perdido. Había trozos que encajaban a la perfección, había otros que la herían y la hacían sangrar por dentro, otros simplemente caían de nuevo, y eran olvidados o sustituidos, o quien sabe si recogidos por otros viajeros.

Anochecía, pero no tenia sueño, soñaba despierta y el cansancio no dejaba ver ni un solo rastro en su cara. El rocío de la tarde se depositaba en su pelo, y las luciérnagas encendían sus farolillos para contemplarla al pasar. Se detuvo un segundo, y los recuerdos vinieron a su mente. Luchó por no mirar atrás y siguió su camino. Adelante, siempre adelante.

Ya estaba bien entrada la madrugada cuando una sombra a un lado del camino, unos cuantos metros por delante la sobresaltó, sacándola de sus ensoñaciones. No detuvo su paso hasta estar a su lado. Era una figura masculina sentada bajo un árbol en el margen del adoquinado. Abrió la boca para decir algo, y se dio cuenta de que sus cuerdas vocales estaban secas de no haber pronunciado palabra desde hacia tiempo, en su lugar, solo emitió un suspiro. La figura levantó la cabeza, y tras un largo rato se levantó.

Solo bastó una mirada. La figura, se metió la mano bajo la cazadora, a la altura del pecho, y la sacó, cerrada en un puño. Extendió el brazo hacia ella. En su mano había un colorido trozo de cristal. En su cara un sonrisa. En su mirada millones de sueños e ilusiones. 


Soñador.