divendres, 25 de maig del 2012



Detrás de todo invierno, siempre llega (quizá con otros vientos, aromas y flores, pero siempre) una nueva primavera.

Nunca dejes de soñar.


Primavera

divendres, 13 d’abril del 2012





Ya no hay historias que contar, las voces se han diluido en el ocaso, cuando no había ya nadie para escucharlas. Apenas se oyen susurros. 

La llama de una vela oscila peligrosamente, consciente de que el fin está cerca, no quedan manos ya para intentar salvarla. 

Se acabaron los delirios. 


Soñador.

divendres, 4 de novembre del 2011





Érase una vez un país de ilusiones, de magia, de sueños y de cuentos. Un lugar donde el viento cabalga por las colinas verdes, arrastrando consigo risas y el aroma de despertar a tu lado. Un lugar donde la hierba es mullida y suave, y te invita a tumbarte a mirar pasar las nubes, y a saludarlas e inventar en su silueta las formas mas increíbles.

Si te acercas al riachuelo, bancos de peces de innumerables colores bailan al son de la música de las náyades, y en la orilla, al atardecer, los unicornios aparecen para beber y refrescarse, para después desaparecer en un suspiro, dejando tras de si el arco iris.

Por el bosque, paseamos, buscando sitios escondidos donde darnos un beso, ocultos de la vista de los caprichosos duendes, los cuales, si te descuidas, te roban los caramelos que llevas en los bolsillos. Y en la profundidad del bosque, recuerdo haber estado durante horas, a tu lado, escuchando los cuentos que el árbol anciano, ese que tiene mas de mil años, nos contaba en las noches de luna llena.

De camino a la ciudad, a mano derecha, al final de un agreste caminito, entre unos huertos de calabazas, vive un fabricante de cajitas de música. ¿Te acuerdas que compramos hace tiempo, la de la bailarina dentro? Hace tiempo que no le damos cuerda.... Y un poco más allá, hay un huerto de fresas, rojas, dulces, jugosas. Me encanta cuando te doy una y sonríes. Y luego me besas.

Siguiendo la línea de la costa, hay una cala escondida, tapizada de corales de vivos colores, desde la cual se ve, a lo lejos, el puerto, donde inmensos barcos corsarios dirigidos por bravos y valerosos capitanes, fondean para traer noticias y mercancías de mas allá del horizonte. Y si nos lanzamos al agua, y los peces danzan, pues jamás han visto sirena tan hermosa. Hasta que te saco del agua en brazos y riendo, y nos tumbamos a la sombra de las palmeras, esperando a ver al sol despedirse en un silencioso atardecer.

Creamos este lugar para los dos, para vivir en él, para perdernos en sus secretos y reencontrarnos en las esquinas del laberinto cubierto por la hiedra, disfrutando con cada paso, con cada respiración, sintiendo el roce del viento en las mejillas, mientras contemplamos las estrellas. Mirar al frente, y sentir que el mundo está a nuestros pies, que no hay nada que escape a nuestro alcance.

Yo, contigo. Tú, conmigo.

Te quiero. (felices 273 días ^_^)


Soñador.




divendres, 28 d’octubre del 2011




Se despertó mirando al techo, las vigas de madera oscura que lo cruzaba de parte a parte, le daban un aspecto muy acogedor a la estancia, siempre le había gustado. Tras un largo bostezo, giró la cabeza hacia su derecha y se quedó mirando las sábanas, vacías, y un poco mas allá, la puerta de la habitación entreabierta, dando lugar a un pasillo inundado de la luz de la mañana. Se incorporó despacio, y se levantó con dirección a una ventana que daba paso a un pequeño balcón. Subió despacio la persiana, y la luz de exterior lo cegó por unos instantes. Apartó la cortina y se quedó mirando al horizonte, mientras sus manos, apoyadas contra el cristal, dejaban un halo de vaho condensado en él. Salió al exterior y el frío de una mañana de octubre le abofeteó, despejando al instante su mente. Las plantas que decoraban el balcón lucían un verde esmeralda precioso a esas horas de la mañana, y a lo lejos, se veían las praderas que rodeaban el pequeño pueblecito de montaña extenderse hasta las faldas de las montañas, en las cuales se vislumbraban retazos de las primeras nieves. Aspiró hondo, congelándose la nariz en el intento y sonriendo de satisfacción. El viento traía esperanzas y deseos, y pese a la distancia, olía a espuma de mar.

Entró de nuevo, con una sonrisa puesta en los labios, y miles de sueños escondidos tras sus pasos. Salió al pasillo, y bajó despacio las escaleras, sin hacer ruido. Oyó el crepitar del fuego a lo lejos, y percibió, como si de una invitación se tratase, el aroma del café recién hecho y de croissants de mantequilla.

Se acerco con sigilo a la cocina, de donde procedía el olor, y vio la mesa del desayuno preparada par dos personas, en la cual había una humeante cafetera. Desde la puerta, pudo ver el limonero del jardín, y un poco mas lejos, la verja que lo rodeaba devorada por la madreselva, que en pocos días perdería sus hojas para dar la bienvenida al frío de las montañas. Recordó los tiempos en los que el limonero había sido solo un retoño, y la verja, desnuda y oxidada, daba una fría bienvenida a los visitantes.

Poco a poco, se acercó hasta el salón, de donde venía el crepitar del fuego, y entonces la vio. De espaldas a él, sentada en el sofá, leyendo algo y envuelta en una gruesa manta de colores de modo que solo se le veía el pelo, del color del fuego, sobresaliendo por encima. En su regazo, sostenía un álbum de fotografías, del cual iba pasando las hojas, deteniéndose en cada recuerdo, en cada detalle. A veces, con las yemas de sus dedos repasaba alguna de ellas, con lo que parecía, el esbozo de una sonrisa.

Se acercó un poco mas, y sonrió al ver las fotografías, le traían muy buenos recuerdos. Se situó justo a su espalda, y le dio un beso en la coronilla, tras lo cual, ella se movió dentro de la manta, retorciéndose como un caracol dentro de su concha, y llevando con cuidado el álbum de su regazo al sofá. Sus ojos estaban vidriosos, ligeramente húmedos, pero una sonrisa radiante de felicidad adornaba su carita. Un beso, otro, otro mas. Se separaron unos centímetros, no sin cierta reticencia.

  • Buenos días.... ¿Has dormido bien?
  • ¡Chi!
  • Huele muy bien eso que hay en la cocina- (sonrisa) - ¿Vamos a desayunar?
  • ¡Si! Pero antes.... (mirada traviesa)

Se les hizo tarde el desayuno. Las risas y los besos inundaron el salón hasta bien entrada la mañana.


Soñador.


dijous, 29 de setembre del 2011


El niño miraba su bonita mariposa. Porque ahora era suya. La había cazado y la había clavado a su panel, tras pintarla con fijador con mucho cuidado. Le habían fascinado los colores de las alas de la mariposa cuando volaba en el jardín, dejando que los destellos de sol hicieran guiños titilantes en los reversos de sus alas. El niño jamás había visto nada igual. Y quiso que se quedase con él para siempre. 
Por eso, después de observarla durante varios días, al final cazó a la mariposa y la metió en un tarro de vidrio. Al principio, mariposa aleteaba dentro del tarro, dándose golpes contra las paredes invisibles. Poco a poco se fue quedando en el suelo de vidrio, cada vez más quieta, hasta que murió.
El niño decidió que se la quedaría para siempre. La pondría en un marquito de madera, con un grueso cristal, y así, cada día vería sus hermosas alas. Cuando tuvo terminado el trabajo, lo colgó en su pared. Cada día la miraba durante horas. Pero a pesar de que era suya, de que ya nunca iba a escaparse, había algo que entristecía al niño. Ya no brillaba el sol en sus alas, ni dejaba saltar destellos con el aleteo mágico de su pequeño cuerpo.
El niño se dio cuenta de que al privarla de su libertad había condenado también su esencia, y, con ello, su magia. La mariposa ya jamás podría volver a volar.

El niño se echó a llorar.

Primavera

dissabte, 17 de setembre del 2011





La lluvia golpeaba el parabrisas del coche. Bastante suave, se oía la emisora de radio local; por lo que parecía el mal tiempo se iba a prolongar toda la semana.

-         -  No pasa nada, siempre me ha gustado la lluvia….

Cuando estaba contento hablaba solo, y esa noche estaba contento. Aparcó cerca de la estación y paró el motor. Al cabo de poco oyó el ruido del tren que se acercaba, sacó las llaves del contacto y abrió la puerta. El fresco de septiembre le golpeó la cara y le llenó los pulmones. Se arrebujó en su gabardina y se resguardó bajo el paraguas.

La estación era un edificio peculiar, las paredes alicatadas con azulejos de colores daban la bienvenida a los viajeros, y unos farolillos bastante barrocos iluminaban a aquellos que esperaban su tren. No había nadie más, el vigilante era un hombre mayor, y todos allí sabían que a partir de las doce se iba a casa a dormir.
Miró el reloj, y se sorprendió, era pronto. Salió al andén. El tren pasó de largo sin parar.

-         -  Bueno, va a tocar esperar….

Cuando se dirigía de nuevo hacia el interior de la estación, un ruido le hizo girar la cabeza. Una fugaz sombra se coló entre sus piernas y comenzó a frotarse con fruición. Un gato pardo y de mirada inquieta jugueteaba con las puntas de los cordones de sus zapatos. Se agachó, y le acarició detrás de las orejas, lo que desencadenó una oleada de ronroneos.

-        -  Te gusta, ¿eh? Siento no poder ofrecerte más que alguna caricia, no he traído nada para comer, amiguito.

El gato ya estaba panza arriba reclamando que le rascasen la tripa, cuando un ratón pasó como el viento por el andén, lo que provocó la inmediata persecución de este por el gato. Miró la escena entre divertido y sorprendido a partes iguales, se levantó y se sentó en un banco.  en un banco.vertido y sorprendido a partes iguales, se levanto a, cuando las lejanas campanadas del campanario del pueblo llam

La lluvia empezaba a remitir, y un silencio, solo roto por el tic-tac del reloj empezó a envolverlo todo. Siempre había sabido que este día llegaría, solo era cuestión de tiempo. Siempre había sido paciente, era un rasgo de su carácter. Un silbido en la distancia, salió de nuevo al andén. Mientras el tren se iba acercando, se dio cuenta de que sus manos temblaban. Las metió en los bolsillos. Había parado de llover.

El tren se detuvo con un pesado zumbido y las puertas se abrieron lentamente. Una maleta roja empezó a asomar por la puerta del último vagón. Tras la pieza de equipaje, estaba ella. Se quedó parada, mirándolo. Sus miradas colisionaron, el tiempo se paró, y el recordó el aroma de su pelo. Se cerraron las puertas, un silbido de nuevo. El tren se alejó despacio y se perdió en la distancia.

Se acercó a ella lentamente, sin dejar de mirarla. La luz de los faroles los iluminaba tenuemente, dándole a la escena un toque de irrealidad. Mientras avanzaba, metió la lengua entre los dientes y apretó, necesitaba asegurarse de que lo que estaba aconteciendo no era fruto de su imaginación. Se detuvo a escasos centímetros de ella.

Miradas fijas, los ojos azules de él se enfrentaban a los ojos ambarinos de ella. Abrió la boca, fue a decir algo, pero se le quebró la voz. Daba igual, en aquel momento, sobraban las palabras. Una lágrima resbaló por la mejilla de ella, dejando un surco húmedo sobre su delicada piel. Sacó una mano del bolsillo y recogió la lágrima, con cuidado, como si fuese una piedra preciosa. Ella cogió su mano, y se la besó, rozándola apenas. Balbuceó:

-          -Yo…. Esto….Bienvenida a casa….

Ella llevo un dedo a sus labios. Las miradas seguían fijas. Se acercaron. Él se notó los ojos húmedos. Los alientos de ambos fueron uno solo. En aquel momento, sobraban las palabras.


Soñador.

dissabte, 20 d’agost del 2011




A: Él estaba más colgado de ella, que ella de él.
B: Me he dado cuenta de ello.
A: ¿Ah si? ¿Y cómo  si puede saberse?
B: Pues porque ella intentaba irse y él no la dejaba.
A: Si, pero no es por eso por lo que te lo digo. No te has fijado en como la cogía, como si tuviese algo muy valioso y delicado entre los brazos.
B: Me he fijado en sus manos, llevaba guantes, pero no en como la sostenía.
A: Tú me cogías igual en primero, yo sabía que tú estabas enamorado de mí, aun cuando tú no lo sabías.
B: Y te has fijado en cómo te cojo ahora….
A: Igual que entonces….


Soñador.